Tu camino a una buena salud mental

Aquí, cada historia importa. Nuestro enfoque psicoanalítico se aleja de las soluciones rápidas: te acompañamos a explorar lo que aún no ha sido dicho, a descubrir el origen de tus conflictos y a resignificar experiencias que han marcado tu vida.

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Terapia Psicológica

Ofrecemos espacios terapéuticos personalizados donde podrás hablar de aquello que duele, confunde o se repite sin explicación. A través de un enfoque psicoanalítico, trabajamos contigo para comprender tu historia, transformar patrones y darle sentido a lo que estás viviendo.

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Conferencias

Ofrecemos charlas y talleres dirigidos a escuelas, padres de familia y organizaciones, abordando temas clave sobre salud mental, crianza, adolescencia y dinámicas emocionales. Creamos espacios reflexivos que promueven el entendimiento y la prevención.

NOSOTROS


Un espacio para encontrar claridad y sentido


Trabajamos desde el psicoanálisis contemporáneo, con herramientas que nos permiten acompañarte de manera ética, profunda y personalizada. Si hay algo que se repite en tu vida y no sabes por qué, este es el espacio para explorarlo.


  • ¿Te has sentido atrapado en los mismos patrones?
  • ¿Hay logros que no te saben a triunfo?
  • ¿El vacío emocional aparece cuando menos lo esperas?

¿POR QUÉ ELEGIRNOS?

Tu proceso importa. Tu historia merece ser escuchada.

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Un espacio para ser tú mismo

Cada persona merece un lugar donde pueda hablar con libertad.

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Equipo calificado

Psicoanalistas con trayectoria clínica y académica.

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Nuestro equipo está listo para acompañarte desde el respeto, la escucha activa y el compromiso terapéutico.


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¿Cómo trabajamos en Puentes del Ser?

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Coordinamos contigo el mejor horario y modalidad (presencial o en línea).

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Escuchamos tu motivo de consulta y comenzamos a comprender tu historia.

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Proceso terapéutico

Sesiones semanales con un enfoque psicoanalítico profundo y respetuoso.

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Transformación

Notarás cambios significativos en tu manera de pensar, sentir y relacionarte.

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Conoce a quienes forman parte de Puentes del Ser. Psicoterapeutas con sólida formación clínica, experiencia docente y un compromiso genuino con tu proceso.

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“Las emociones no expresadas nunca mueren; son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas."


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Blog

10 de diciembre de 2025
Hay momentos en los que el cuerpo toma la palabra. No lo hace con frases, sino con síntomas: una gastritis que vuelve sin causa aparente, un dolor de cabeza que aparece justo antes de una decisión importante, una crisis respiratoria en medio de un duelo no expresado. Desde el psicoanálisis, estos fenómenos se comprenden como manifestaciones del inconsciente a través del cuerpo, una forma en que lo no dicho, lo no simbolizado, encuentra su vía de expresión. El cuerpo como escenario de lo psíquico Freud fue el primero en mostrar que el síntoma físico puede tener un sentido inconsciente. En los inicios del psicoanálisis, los casos de histeria mostraban cómo el cuerpo podía representar algo que la palabra no alcanzaba a decir. Con el tiempo, la clínica psicosomática fue desarrollando una comprensión más compleja: hay síntomas que no “hablan” como los histéricos, sino que descargan una tensión imposible de simbolizar. En estos casos, el cuerpo se convierte en el lugar donde se inscribe aquello que no ha podido tramitarse psíquicamente. Como si el psiquismo dijera: “no puedo con esto, entonces lo entrego al cuerpo para que lo sostenga”. El lenguaje que se perdió: el papel del pensamiento y el afecto Autores como Pierre Marty, Michel de M’Uzan y Joyce McDougall profundizaron en esta línea. Ellos observaron que, en los pacientes con enfermedades psicosomáticas, suele haber una dificultad para poner en palabras las emociones. A esto lo llamaron pensamiento operatorio: un modo de funcionamiento psíquico en el que el sujeto actúa o somatiza en lugar de representar. Cuando la palabra no alcanza, el cuerpo se convierte en su sustituto. Pero el cuerpo no miente: traduce en forma de síntomas lo que no puede decirse. En ese sentido, la enfermedad no es un enemigo, sino un mensaje que pide ser escuchado. De la enfermedad al sentido El trabajo analítico no busca “curar” el síntoma de inmediato, sino abrir un espacio para que el sujeto pueda escucharse. A veces, cuando se le da un lugar simbólico a lo que el cuerpo está expresando, el síntoma puede modificarse o incluso desaparecer. Pero más allá de eso, el proceso analítico permite reconstruir un vínculo más amoroso con el propio cuerpo, entendiendo que no está en contra de nosotros, sino que intenta protegernos de algo que no logramos nombrar. El cuerpo como puente Desde Puentes del Ser, entendemos que el cuerpo no es sólo una estructura biológica, sino un puente entre el mundo interno y el externo, entre la historia emocional y la experiencia actual.  Escuchar al cuerpo con respeto y curiosidad puede transformarse en un camino de autoconocimiento. No se trata de buscar culpables ni de negar el tratamiento médico, sino de integrar la dimensión simbólica de lo que nos pasa. La psicosomática, en este sentido, nos invita a hacer un movimiento de reconciliación: escuchar el cuerpo para reencontrarnos con nuestra verdad emocional. Un cierre que abre Cada síntoma tiene una historia. A veces está escrita en silencios, en pérdidas, en duelos no elaborados, en exigencias que no se pudieron cuestionar. La invitación es a escuchar sin juzgar, a dejar que el cuerpo deje de cargar con aquello que la palabra puede empezar a decir. Como decía McDougall (1989): “El cuerpo enferma cuando el alma no encuentra palabras para su dolor”. Y tal vez, el trabajo terapéutico sea justamente eso: ayudar al alma a hablar, para que el cuerpo pueda descansar
24 de septiembre de 2025
En momentos de crisis, tristeza o confusión, muchas personas recurren a un amigo cercano en busca de alivio. Conversar con alguien de confianza puede traer calma inmediata, hacernos sentir escuchados y acompañados. Sin embargo, es importante reconocer que el apoyo afectivo de un amigo no sustituye el espacio profesional que brinda un proceso terapéutico. Ambas experiencias son valiosas, pero cumplen funciones diferentes y responden a necesidades distintas. El valor del apoyo afectivo Los amigos nos ofrecen cercanía, comprensión y compañía. Escuchar y ser escuchados por alguien significativo refuerza los vínculos emocionales y nos hace sentir menos solos. Un amigo puede dar consejos desde su experiencia personal, acompañarnos en nuestras alegrías y sostenernos en los momentos difíciles. Este tipo de apoyo es fundamental para el bienestar, ya que el ser humano es un ser relacional y necesita de la red afectiva para sentirse seguro. No obstante, los amigos no siempre cuentan con las herramientas necesarias para ayudarnos a comprender en profundidad lo que nos ocurre. Su visión, aunque llena de cariño, suele estar atravesada por juicios, creencias y experiencias propias que limitan la posibilidad de un análisis más amplio. El espacio terapéutico como encuentro profesional La terapia, en cambio, es un espacio profesional diseñado para favorecer la introspección y el crecimiento personal. El terapeuta no solo escucha, sino que interpreta, contiene y acompaña a partir de un marco teórico y ético que sostiene el proceso. A diferencia de un amigo, no aconseja desde lo vivido, sino que trabaja con el discurso, las emociones y las repeticiones inconscientes que configuran la vida psíquica del paciente. En la terapia, se despliega un lugar seguro donde es posible hablar sin miedo a ser juzgado, donde se puede explorar el dolor y la vulnerabilidad con la certeza de que será sostenido con respeto y confidencialidad. Allí se favorece el descubrimiento de recursos internos, la resignificación de experiencias y la apertura a nuevas formas de vivir las relaciones y la propia subjetividad. Diferencias clave entre ambos espacios Intención: el amigo busca acompañar desde el afecto; el terapeuta busca generar un proceso de transformación y autoconocimiento. Herramientas: el amigo ofrece consejos y experiencias; el terapeuta utiliza técnicas clínicas y marcos conceptuales. Relación: con los amigos existe reciprocidad; en la terapia el espacio está centrado en la necesidad del paciente. Confidencialidad y neutralidad: la terapia se rige por principios éticos y profesionales, lo que garantiza un sostén distinto al de la amistad. Conclusión Hablar con un amigo alivia, reconforta y fortalece lazos, pero no reemplaza el proceso terapéutico. Cada uno cumple un rol distinto y complementario: el amigo nos recuerda que no estamos solos, mientras que la terapia nos ayuda a comprendernos, sanar heridas y construir un modo más pleno de habitar la vida. En Puentes del Ser creemos que apoyarse en los vínculos y al mismo tiempo abrirse a un proceso terapéutico es una forma de cuidado integral. La amistad nos acompaña en el camino, y la terapia nos da las herramientas para transitarlo con mayor consciencia y libertad.